Colegio de la Inmaculada promueve actividades simples, creativas y sin tecnología para fortalecer el desarrollo emocional, físico y familiar de los niños fuera del horario escolar.
En un contexto donde el uso excesivo de pantallas se ha vuelto cada vez más común entre los niños, el Colegio de la Inmaculada hace un llamado a las familias a recuperar los espacios de juego libre como parte esencial de la rutina infantil. Irritabilidad, apatía o aburrimiento constante pueden ser señales de que los niños necesitan más estímulos adecuados y libertad para explorar, crear y expresarse.
Para Ximena Pastor, asesora pedagógica del colegio, el juego libre no es solo una forma de entretenimiento, sino el lenguaje natural de la infancia, mediante el cual los niños procesan emociones, desarrollan habilidades sociales y fortalecen su autoestima.
“No se trata de llenar cada momento con actividades planificadas, sino de abrirles espacio para ser niños”, explica Pastor. Incluso después del colegio o durante los fines de semana, es clave ofrecer una rutina ligera y predecible que combine descanso, alimentación, conexión familiar y, sobre todo, juego.
La especialista enfatiza que no todos los espacios de juego deben estar estructurados. De hecho, los momentos de espontaneidad y juego no dirigido son fundamentales para un desarrollo integral. Según explica, una rutina saludable no implica tener todo el día programado, sino permitir que los niños jueguen, imaginen, se relajen y compartan en familia.
Frente a los efectos negativos del uso excesivo de pantallas —como problemas de atención, trastornos del sueño y dificultades emocionales—, Pastor recomienda ofrecer alternativas accesibles y libres de tecnología que no solo estimulen la creatividad y el movimiento, sino que también fortalezcan los vínculos familiares.
Algunas actividades recomendadas para hacer en casa:
Juegos de rol: Como jugar a la casita o a la tienda. Estimulan la imaginación, la empatía y el lenguaje. Se pueden improvisar con objetos del hogar: una caja como registradora o una manta como capa de superhéroe.
Manualidades con materiales reciclados: Con tubos de papel, botellas o tapas se pueden crear animales, vehículos o ciudades, favoreciendo la creatividad y la motricidad fina.
Lectura de cuentos dramatizados: Leer en voz alta, usar gestos y diferentes voces fortalece la comprensión lectora y el vínculo afectivo.
Cocinar en familia: Preparar galletas, panqueques o ensaladas ayuda a trabajar conceptos matemáticos básicos y fomenta la responsabilidad.
Juegos de construcción: Con bloques, cojines o cajas, los niños pueden armar castillos, túneles o casas, desarrollando lógica, planificación y trabajo en equipo.
Experimentos caseros: Como el clásico volcán con bicarbonato y vinagre. Una forma lúdica de despertar el interés por la ciencia.
Actividades con plantas o en el jardín: Sembrar semillas, cuidar macetas o simplemente regar les enseña paciencia, responsabilidad y conexión con la naturaleza.
Pastor destaca la importancia de equilibrar las actividades estructuradas, como talleres o clases dirigidas, con el juego libre, donde los niños toman el control y son protagonistas. Ambas son valiosas, pero es clave evitar que los pequeños vivan bajo una planificación constante.
“Estas actividades no solo entretienen, también desarrollan la creatividad, la autonomía y los vínculos afectivos en casa. Escuchar a los niños y permitirles proponer actividades fortalece su autoestima y los motiva a participar activamente en su propio bienestar”, concluye la especialista.