Tiyapuy rinde homenaje a nuestras tradiciones ancestrales con un cortometraje que celebra la conexión entre el ser humano y la Pachamama.
En los Andes, donde el viento susurra historias antiguas y las montañas custodian la memoria del tiempo, la tierra sigue siendo el corazón que late bajo los pasos de quienes la cultivan. Desde ese espíritu nace “Amuñay” (Gracias), un cortometraje dirigido por Lucho Llosa junto a su hijo Mateo Llosa, que rinde homenaje al Pago a la Tierra, una de las tradiciones más profundas de nuestra cultura andina.
La producción, realizada en los paisajes de Ayacucho y auspiciada por Tiyapuy, va más allá de una simple pieza audiovisual. Es un relato visual y emocional que celebra el agradecimiento ancestral a la Pachamama, pero también el renacer del campo peruano, donde cientos de agricultores han decidido volver a sus raíces para reconectar con la tierra y construir un futuro más sostenible.
Una historia contada desde el alma andina
“Amuñay” captura el vínculo espiritual entre los agricultores y su entorno, mostrando cómo el ritual del Pago a la Tierra se convierte en metáfora de un nuevo comienzo. Para Lucho Llosa, rodar en los Andes fue una experiencia transformadora:
“La belleza e impacto visual de los paisajes de Ayacucho quedarán grabados en los espectadores, al igual que la convicción y el espíritu positivo de los agricultores al realizar sus faenas diarias”, comenta el cineasta.
En el corto, estos hombres y mujeres no solo cultivan papa, cultivan esperanza: esperanza para sus familias, sus comunidades y para el país que se nutre de su esfuerzo.
Un retorno que siembra el futuro
Este renacer agrícola no sería posible sin Tiyapuy, empresa peruana fundada en 2020, que ha logrado transformar la vida de comunidades enteras mediante un modelo productivo sostenible y justo. Lo que comenzó con apenas 50 agricultores, hoy reúne a más de 1,200 familias que cultivan en más de 650 hectáreas en las regiones de Ayacucho y Huancavelica.
“Más allá del crecimiento, lo que realmente importa es cómo este progreso se traduce en bienestar para las familias campesinas”, señala Nathalia Mateus, Global Chief Marketing Officer de Tiyapuy.
“Nuestros agricultores —a quienes llamamos héroes— son el corazón del proyecto. Gracias a ellos estamos rescatando prácticas ancestrales, cuidando la biodiversidad y llevando al mundo productos que nacen del respeto a la tierra”.
Hoy, los hijos de quienes alguna vez dejaron el campo son los que transportan las cosechas hacia la planta de procesamiento en Lima, cerrando un ciclo donde la tradición y la innovación caminan de la mano.
La Joya andina que Conquista el mundo
El renacer del campo ayacuchano tiene como protagonista a la papa nativa, domesticada hace miles de años en los Andes y convertida en símbolo del orgullo peruano. Este tesoro es la base de los productos de Tiyapuy, reconocidos por su sabor auténtico, su valor nutricional y su compromiso con la sostenibilidad.
Su portafolio incluye los Chips de Papas Nativas —en versiones clásicas y saborizadas con ají amarillo, jalapeño o limón con pimienta— y las Papas Prefritas Congeladas, elaboradas con variedades ancestrales como cacho de toro, huayro macho, qeqorani, sumac soncco y amarilla nativa.
Todos los productos están libres de octógonos, son fritos en aceite alto oleico y cuentan con certificación Blockchain, lo que permite rastrear su trazabilidad completa: desde la semilla sembrada en los Andes hasta la mesa del consumidor.
Cada papa cultivada por Tiyapuy es fruto del respeto por los ritmos naturales de la tierra: riego con agua de lluvia, ausencia de químicos y uso de técnicas heredadas de los antepasados. Así, la empresa demuestra que la innovación puede convivir con la ancestralidad, impulsando desarrollo económico sin romper el equilibrio natural.
El avant-première de “Amuñay” fue una verdadera celebración de la vida andina. Agricultores, cineastas y representantes de la marca se unieron para reafirmar un mismo propósito: seguir cultivando con respeto, cuidando lo nuestro y compartiéndolo con el mundo.
Porque, al final, la esencia de Tiyapuy es la misma que la del ritual que inspira este cortometraje: agradecer a la tierra devolviéndole en forma de trabajo, innovación y esperanza todo lo que ella nos da.
La papa no es solo alimento. Es herencia, identidad y futuro. Es, como dice el lema de la marca, “La joya andina que conquista el mundo.”


